su reino aquí

La primavera está llegando

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enía otra cosa en mente para el siguiente post en mi blog, pero sucedió algo hace unos días demasiado bueno para no compartir.

Hace tres días entré a una tienda con una amiga con el propósito de recibir una palabra de parte de Dios para la mujer que estaba trabajando allí. Después de dar una vuelta y mirar los artículos de la tienda, ninguna de las dos teníamos una palabra fuerte para ella, pero sentimos decirla que nos gustaba su corazón de Madre. Así que, cuando fuimos a salir de la tienda y ella nos dijo su “gracias por venir” habitual, nosotras la contestamos “antes de irnos, sólo queríamos decirte que somos creyentes y que nos encanta el corazón de madre que tienes”. De repente se le pusieron los ojos como platos y dijo:

– ¿Hacéis reiki?
– No – contestamos nosotras – preferimos movernos con el Espíritu Santo.
– ¡Ah! pues deberíais probar reiki – dijo ella – no se opone al Espíritu Santo y puede que funcionen bien juntos.
– Um…¿pues qué te parece si oramos por ti y así puedes sentir al Espíritu Santo y comparar los dos a ver que te gusta más?
– ¡Vale! – dijo ella – ¿qué tengo que hacer?

Oramos por ella y empezó a sentir el calor de Dios. Nosotras la explicamos, que cuando sientes la presencia de Dios, siempre está saturado de Su amor, porque Dios es amor. Luego la preguntamos si tenía problemas de espalda a lo que sorprendida, dijo que sí. Pudimos orar por su espalda ¡y fue totalmente sanada! Después nos preguntó:

– ¿Cómo sabíais que tenía problemas de espalda?
– Bueno – contestamos nosotras – hablamos con Dios y Él nos lo dijo.
– Ah – dijo ella – ¿podríais preguntarle como se llama mi angel de la guarda?
– Bueno, podríamos preguntárselo – dijimos nosotras – pero una vez que tienes una relación con Dios, no te importan los ángeles. Sabes que están allí, pero estás tan enamorada de Dios que no te molestas en hablar con los ángeles. Sería como hablar con un perro cuando tienes un amigo delante.
– Uff – contestó ella – yo he pensado en hablar con Dios pero me da mucho miedo.
– Sí, Dios da mucho miedo – dijimos nosotras – pero es porque es perfecto. Nosotras no podríamos hablar con Dios si no fuese por Cristo.

Luego proseguimos a explicarla como todos somos pecadores y necesitábamos un intermediario para poder acercarnos a Cristo. La dijimos que Dios tuvo que hacerse hombre para que nosotros pudiésemos conocerle.

– ¿Sabes cuál es la diferencia entre todas las religiones del mundo y el Cristianismo? – la pregunté – En todas las religiones del mundo te estás esforzando para agradar a un Dios o para cambiarte a ti mismo, y el Cristianismo es la única religión del mundo que admite que nunca podremos. Otras religiones se esfuerzan para alcanzar a alguien, pero Dios se hizo hombre y vino al mundo para alcanzarnos a nosotros.
– Wow – dijo ella – nunca lo había pensado así, pero ¡es verdad! ¿qué tengo que hacer para conocer a Cristo?

Pudimos decirla que tenía que pedir perdón por sus pecados y aceptar a Cristo como salvador. La dimos un evangelio, oramos con ella y la dimos nuestro teléfono. ¡gloria a Dios!

Quería contar esta historia, no sólo para celebrar una gran victoria y una fiesta en el cielo, sino también porque creo que es un testimonio más de que es el tiempo para España. Estamos empezando a ver los brotes verdes de la primavera. Cosas que han sido profetizadas y declaradas durante años están empezando a suceder; cosas que yo honestamente pensé que igual, si Dios era muy muy bueno, mis hijos o nietos podrían algún día ver….¡y lo estamos viendo ahora!

Tenemos el mandato de “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). Puede sonar como una misión muy grande, pero no lo es. El verbo “ir” en el Griego original, no se refiere tanto a “hacer las maletas y salir a otro país” sino que es “mientras vas”. Mientras vas a clase trae el reino, mientras estás en el trabajo, mientras cenas con la familia…mientras vas a una tienda, predica el evangelio a toda criatura.  “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos.  Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros á su mies” (Mateo 9:37 y 38).