Hoy cumplimos una semana en el estudio de grabación. Hemos grabado casi todos los temas (diez de doce) y aunque vamos a seguir trabajando otras dos semanas después de esta, esta es la última semana de trabajo “pesado”, en la que estamos intentando crear un sonido acústico y fresco que pueda reforzar la letra de las canciones y llevar a la gente a la presencia de Dios.
Hace unas semanas, cuando todavía estábamos en España, nos juntamos todos los músicos para tener un fin de semana intenso de oración y ensayo. Durante ese fin de semana ensayamos todas las canciones y sacamos ideas de arreglos para luego poder enseñarle las ideas al productor. Además de ensayar, también tuvimos un tiempo de oración en el que apuntamos cosas que sentíamos que Dios quería hacer a través de este proyecto. Entre otras cosas oramos para que cuando la gente escuchase este disco, recibiese el gozo del Señor y sintiese el amor del Padre. Ahora que ya llevamos más de una semana grabando, tengo que admitir que, tristemente, ninguna de nuestras ideas musicales ha funcionado. Cada vez que intentamos grabar una canción nueva, no nos sale como esperábamos. ¡Hemos tenido que empezar de cero con cada canción! Lo curioso es que aunque ninguna idea musical ha funcionado, todo lo que sentimos orar se está desatando en el estudio. Cada canción está saturada de tanto gozo de Dios que estoy expectante de ver lo que Dios va a hacer con este disco en las vidas de aquellos que lo escuchan, y tengo que admitir que, aunque a ratos ha sido frustrante el que nuestras ideas no saliesen y que, aunque ha sido mucho trabajo el sacar cada canción de cero, prefiero trabajar con un grupo de músicos que escuchan a Dios y que “aciertan” con sus oraciones, a un grupo de músicos que tiene todas las ideas musicales claras y toca con perfección.
Nos quedan otras tres canciones y lo bueno es que creo que ya estamos aprendiendo la lección (mejor tarde que nunca). Es más importante mantenernos conectados a Su corazón que tener todo planeado a la perfección.