¿Qué ocurre cuando vives al 100% una amistad con Cristo!
Del 18 de febrero al 3 de marzo estuve en Colombia con un equipo de músicos de España. Cada noche (y muchas mañanas) estuvimos ministrando en diferentes sitios y aunque cada reunión fue diferente, todas tenían algo en común: Dios nos habló como un amigo cercano, dirigiendo cada momento. Pudimos experimentar qué es lo que sucede cuando lo pones todo en Sus manos.
En una reunión le pregunté:
– Espíritu Santo, Cristo: ¿hoy qué quieres hacer? y contestó: – “quiero que alabéis y enseñéis con vuestro ejemplo lo que es tener una amistad conmigo y pasarlo bien conmigo”. Y eso fue lo que hicimos. En otra ocasión, Él habló y dijo: “quiero sanar estómagos y problemas de espalda”
En otra ocasión específica, le pregunté:
– “Dios, ¿qué quieres hacer?” y Él contestó: – “quiero sanar corazones”.
Tengo que admitir que mi reacción inicial fue:
– “¡noooo! Dios, ¡eso no!”.
¿Por qué reaccioné así? Por dos razones. La primera, es porque sé que la música puede ser algo muy emotivo, las canciones rápidas nos hacen saltar; las lentas nos hacen llorar y no quiero en ningún momento usar la música como método de manipulación emocional. Anhelo fervientemente que la alabanza no sea un método para jugar con las emociones, sino que realmente podamos aprender a estar en Su presencia y seguirle a Él. Llorar cuando es tiempo de llorar, reír a carcajadas cuando es tiempo de reír, tirarnos postrados, saltar, cantar a voz en cuello y también estar en silencio. La segunda razón por la cual reaccioné así es porque como latinos -e incluyo también a los españoles-, muchas veces tendemos a ser muy emocionales y a reaccionar en la presencia de Dios con lágrimas y luto en vez de con gozo y paz. Una de mis pasiones personales es enseñarle a la iglesia de Cristo lo divertido, personal y … gracioso que es Dios. Quiero que aprendamos a ver todas las facetas de nuestro padre.
Cuando empecé a quejarme y le dije:
– “¡Noooo! Dios, ¡eso no!”
Él contestó: “Sí, pero no te preocupes, lo voy a hacer a mi manera, de forma organizada y ordenada”.
– “Ok, Dios, si es a tu manera entonces sí”, contesté yo.
Durante el siguiente tiempo en su presencia diferentes personas pudieron perdonar, pudieron dejar que Dios soplase con su dulce espíritu sobre las heridas de sus corazones, y sin un gran llanto y sin un gran drama (incluso sin un llamado), la gente fue libre. Después de la reunión hubo testimonio tras testimonio de la libertad que Su presencia había traído.
Estas dos semanas en Colombia fueron un ejemplo tan claro de lo que puede pasar cuando dejamos que Él dirija todo y de lo que pasa cuando tenemos una amistad con Él. En su presencia verdaderamente hay sanidad, tanto física como emocional. En su presencia hay gozo, hay libertad, hay invitaciones a entrar a niveles más profundos de amistad con Él, hay salvación y hay paz.
Cristo dijo “Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre” (Juan 15:15). Aunque en este versículo en particular Cristo está hablando con sus doce discípulos, creo que es una realidad para cada uno de los que hemos rendido nuestras vidas a Sus pies. Ya no somos esclavos, somos amigos y Él está anhelando guiarnos como un amigo cercano.